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Juan Alfonso García al órgano del Evangelio de la Catedral de Granada. Fotografía: Antonio Pérez Villena
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En vísperas del concierto que Juan María Pedrero ofrecerá en 14 de septiembre en la Iglesia del Perpetuo Socorro, el último de la XXI Academia Internacional de Órgano de Granada, he visto conveniente rescatar este texto que publiqué en el año 2004 en la antigua web de Órganos de Granada.
Hay dos buenos motivos para traer estas líneas a colación. El principal es César Franck, compositor que protagoniza del concierto que ofrecerá Juan María Pedrero. Ya en el año 2009 Juan María ofreció un recital dedicado íntegramente al compositor, aprovechando la reciente restauración de un instrumento que de los existentes en buenas condiciones de uso en la ciudad, es el más idóneo al repertorio romántico francés.
El otro motivo, no menos importante: poner de manifiesto la labor del Centro de Documentación Musical de Andalucía, que ahora mismo está en el punto de mira de nueva administración autonómica ¿no lo sabían? Pues lean esto.
Y es que este texto fué obtenido gracias al Centro de Documentación Musical, que registró y archivó en cassette esta conferencia de Juan Alfonso García (con motivo del Festival de Música y Danza de Granada). A mi me facilitaron copia, realicé la transcripción que fue comprobada y corregida por el propio Juan Alfonso García. También el Centro de Documentación Musical cede los micrófonos a un servidor para las grabaciones que vengo realizando desde el año 2004 y que estoy compartiendo por este medio y además tiene en su sede a disposición de consulta todo el archivo sonoro de esas grabaciones. Por esto y muchos motivos más, su labor es de gran importancia y corresponde defenderla.
A continuación, les dejo con Juan Alfonso García.
Aproximación al XXXIX
Festival Internacional de Música y Danza de Granada, 28 de mayo
1990.
Comentario
a los conciertos por José Manuel Azcue, "César
Franck:
Integral de
obras para
gran órgano".
(Transcripción
a partir de una grabación sonora del Centro de Documentación
Musical de Andalucía, texto
revisado por Juan
Alfonso
Garcia
en
Septiembre
de
2.004
y
reproducido
con
permiso
del
mismo)
CÉSAR
FRANCK: 100
AÑOS DE
PERSPECTIVA
Ponente:
Juan Alfonso
García (1935-2015, Organista
titular de
la Catedral
de Granada)
Se cumple este año, como se sabe, cien años de la muerte de César
Augusto, y otros nombres, porque la familia Franck era amiga de poner
muchos nombres a sus hijos; César Franck.
El apellido Franck es de origen alemán. Sin embargo, él nació en
Bélgica, por aquel entonces, en el momento de su nacimiento,
dependiente de Holanda. Poco después se formó ya la nación Belga.
Sin embargo, César Franck es considerado músico francés, por la
razón de que prácticamente toda su vida, a partir de los trece
años, transcurre en París. Era un hombre bueno, muy bueno,
sencillo, generoso, servicial, nada vanidoso y profundamente creyente
y religioso. Supo instalarse por encima de las intrigas y rivalidades
tan frecuentes, también entonces, en el mundillo artístico parisino
que le tocó vivir.
Puede que haya que recurrir a su forma de ser, a su carácter y
manera de vivir, para encontrar la razón que explique su voluntad de
renuncia a una brillante carrera de pianista-compositor por la que le
había encauzado su padre desde niño, prefiriendo él la oscura
dedicación a la enseñanza particular de la música y al servicio
como organista en diversas parroquias de París. Esta dedicación
retirada y oscura, apartada de puestos honoríficos e importantes,
consumió la mayor parte de los años de la vida de César Franck. Y
fueron los jóvenes los descubridores auténticos del César Franck
que hoy conocemos. Éste es un dato que me parece importante
subrayar; un nutrido grupo de discípulos suyos supieron descubrir y
prestigiar a su maestro. Ellos fueron los que excitaron la
sensibilidad creadora de Franck durante su última época y los que
transmitieron la imagen enfervorizada del maestro a las generaciones
siguientes.
Vamos a hacer una pausa para escuchar el comienzo de la obra
"Preludio, Fuga y Variación" de César Franck interpretada
por Jeanne Demessieux en el órgano de la Magdalena de París.
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Debo confesar que desde niño he sentido por César Franck un afecto
muy particular. Las pequeñas piezas, no por pequeñas menos
hermosas, publicadas por él bajo el título de "El Organista",
constituyeron para mí el mejor método de aprendizaje
durante mi
adolescencia y juventud. Las noticias inconexas y ocasionales que por
entonces me fueron llegando de su persona y de su obra fueron
agigantando su figura hasta el punto de sentir hacia él una especie
de devoción pareja a la religiosa. Años después, cuando decidí
opositar a la plaza de organista de la Catedral, escogí como obra
libre u opcional el "Coral nº3" - su obra póstuma, que me
había fascinado desde que la conociera años antes-.
En cierto sentido, mi vinculación personal con César Franck quedó
definitivamente marcada cuando advertí, años después, que yo había
iniciado mi actividad como organista en la Catedral de Granada justo
cien años después que él iniciara su actividad como organista en
Santa Clotilde en París. Quizás deba pedir disculpas por aducir
estos datos íntimos, pero ocultarlos hubiera resultado difícil para
mí, sobre todo a la hora de confesar abiertamente que siento por
César Franck un aprecio tan crecido y tan vital como posiblemente no
sienta por otros compositores, aunque sea igualmente deudor de ellos.
La biografía de César Frank es elementalísima. En Lieja, su ciudad
natal, estudia piano y contrapunto desde muy niño, a partir de los
seis años, y lo estudia en la recién fundada Escuela Real de Música
de Lieja. Sin embargo, poco después abandonaría su ciudad natal
para ir a París. Allí se produjo el primer encuentro de César
Franck con Franz Liszt. Franz Liszt parece ser que lo alentó mucho
con sus palabras después de haberlo escuchado al piano y aconsejó
al padre que valía la pena que su hijo completara su formación
musical en el Conservatorio de París. Y así lo hizo el padre, que
estaba decidido, como dije antes, a hacer de su niño otro pequeño
Mozart, o mejor todavía, por más cercano, otro pequeño Liszt.
Así es, que a los trece años ya está en París. Hay una dificultad
inicial para que ingresara en el Conservatorio: su nacionalidad. Al
no ser francés, parece que en aquel tiempo esto era algo importante
y decisivo. Estudia privadamente con un amigo de Beethoven, Anton
Reicha; el último año de la vida de Reicha estudia contrapunto con
él Franck, al año siguiente, una vez muerto Riescha, en el año
1836, consigue por fin el padre que ingrese en el Conservatorio y un
hermano suyo también, Franck era el primogénito. Estudia en el
Conservatorio de París durante una serie de años, piano con
Zimmermann, composición con Leborne y órgano con Benoist.
Hasta este momento su trayectoria verdaderamente es la de un niño
prodigio, una trayectoria brillante. Pero hay dos puntos un tanto
oscuros en la vida de Franck, oscuros en el sentido de que no tienen
explicación o no encontramos una explicación razonable,
posiblemente fuera una equivocación de Franck, posiblemente fuera
una decisión adoptada por Franck dadas las circunstancias. No se
entiende bien que Franck abandonara los estudios del conservatorio de
París en un momento en el que podía culminar del todo sus estudios
musicales y optar por conseguir el premio Roma, aspiración suprema
de todos los estudiantes de composición salidos del conservatorio de
París. Por el contrario, abandona París y retorna a su ciudad
natal, Lieja, en donde el padre intenta que prosiga la carrera que
había iniciado de pianista concertista. Sin embargo, esto dura muy
poco ya que a finales de 1841 de nuevo están en París él y su
padre. Y en París de nuevo intenta organizarle el padre, por así
decirlo, su vida como concertista; para ello publica una desmesurada
propaganda que produjo la hilaridad y el rechazo tanto de críticos
como de empresarios. Esa es una razón que se apunta en las biografías de Franck; entonces esto hubiera sido como impuesto a él,
y parece que era el propio Frank el que no quería convertirse en un
pianista concertista. Puede que haya otras muchas razones de por
medio, y en concreto, puede que influyera mucho el padre en esto. Los
padres patrocinadores de los hijos, queriendo hacer de ellos pequeños
genios y niños prodigio, por lo general no han acertado, aunque esté
el caso de Mozart que antes aducíamos. Normalmente ha habido muchos
fracasos en padres que se han propuesto esto. Y aún en el caso de
cualidades manifiestas, como el de Franck, o el de Beethoven, cuyo
padre tambien quería hacer de Beethoven un niño prodigio, fue un
fracaso. Parece ser que el padre era una persona muy impositiva, de
un carácter muy rígido. El hecho es que, pocos años después,
Franck se independiza del padre y parece ser que se produce una
ruptura casi total con la casa paterna una vez que contrae matrimonio
en 1848. Y es entonces cuando para sacar adelante a su familia él se
dedica totalmente a dar lecciones individuales, privadas y a
domicilio; y por este año ya empieza a ejercer de organista
precisamente en la misma parroquia donde contrae matrimonio, en la
parroquia de Nuestra Señora de Loreto.
Cinco años de organista en Nuestra Señora de Loreto, después cinco
años de organista en la parroquia de San Juan y San Francisco, en
donde acababa de instalarse un pequeño órgano del constructor de
órganos más prestigioso en aquella época en París, Arístides
Cavaillé-Coll. Un pequeño órgano de dos teclados en la parroquia
de San Juan y San Francisco del que Franck se hace cargo, y llamaba
Franck a éste órgano su pequeña orquesta. Y cinco años después
se hace cargo del órgano, recién construido por Cavaillé- Coll, un
gran órgano ya de tres teclados, en Santa Clotilde, donde
transcurren los últimos treinta y dos años de su vida.
La más hermosa biografía de Franck, por lo tanto, no es su
currículum (en la vida de Franck hay pocas anécdotas y pocas cosas
que contar) sino que son sus composiciones. Y estas empiezan a ser
verdaderamente importantes a partir de sus cincuenta años, hasta el
punto de que podemos afirmar que, si hubiera muerto antes de los
cincuenta, Franck no habría dejado huella perdurable en la historia
de la música. En este sentido viene a ser un caso, si no único,
ciertamente bastante excepcional en los anales de la historia; y no
quiere esto decir que sus obras precedentes fueran malas -Franck
componía desde niño-, sino que no alcanzaron su sello personalísimo
hasta esta época. El auténtico César Franck, el verdadero, el
perdurable, el original, el que suena con voz propia en obras de
primera fila en la historia de la música, es el de los últimos
dieciocho años. Nació en el año 1822 y murió en el año 1890, por
lo tanto murió con 68 años.
Y en esta última etapa, y sobre todo a raíz de ser nombrado
profesor de órgano en el Conservatorio de París, en 1872, ve surgir
a su alrededor un nutrido grupo de jóvenes, que atraídos por su
magisterio, llegan a sentir por él un fervor poco frecuente;
verdaderamente pocos compositores en la historia de la música han
estado rodeados de unos discípulos tan enfervorizados. El apelativo
de "pater seraficus" que le dedicaban, o también, más
cariñosamente todavía "papá Franck", es bien expresivo.
Y ellos, los discípulos, fueron la más hermosa corona de su vida
artística. Pero a la larga, incluso esto se volvió después contra
el propio Franck, cuando ya había muerto. Sus discípulos,
constituidos en un grupo importantísimo, crearon una escuela en
París: la "Schola
Cantorum"; en un principio, para aprender gregoriano solamente,
pero pronto para enseñar composición, órgano y unos estudios
completísimos musicales. Pues bien, llegó el momento en que los
discípulos de César Franck, que enseñaban, por así decirlo, la
estética de Franck y el modo de hacer música suyo, se volvieron tan
conservadores del estilo, que pronto estuvieron en pugna con el otro
centro musical de París: el Conservatorio. Y empezaron a chocar.
Ciertamente que la "Schola Cantorum" se volvió demasiado
conservadora. Si Franck hubiera vivido, por un casual, veinte o
venticinco años más de los que vivió, hubiera evolucionado. Pero
los discípulos se convirtieron en conservadores de su legado, y de
esa manera se volvieron un poco inmovilistas. De este modo se
explica, que tanto Debussy, que asistió a alguna clase de Franck,
como Ravel, como el mismo Falla, sintieran una cierta animadversión
hacia la "Schola Cantorum".
César Franck retirado, ausente de los cenáculos artísticos de
París durante décadas, no deja de componer a lo largo de toda su
vida. Aunque hemos dicho hace poco que en su última época es cuando
verdaderamente se manifiesta su personalidad, sin embargo, su obra se
extiende a lo largo de toda su vida. En 1871, una vez concluida la
contienda franco-prusiana, al reestructurarse la vida musical
parisina, nace la Sociedad Nacional de Conciertos, y en una de sus
primeras sesiones -precisamente Franck es uno de los fundadores de
esta Sociedad Nacional de Conciertos, pero el que la maneja casi
desde el principio es un discípulo de Franck, V. D'Indy-. Pues en
uno de sus primeros conciertos, tal vez el primero, el 28 de
noviembre de 1871, se ofrece un trío para violín, piano y
violonchelo de César Franck, el Op.2 que había compuesto de joven.
El Op.1 de César Frank lo componían tres trios para violín,
violonchelo y piano y el Op.2 este otro trío. Hay una confusión en
este sentido y es que algunos creen que es el segundo trío del Op.1,
y no, es el Op.2 el que se interpreta en aquella ocasión. Sabemos
por la biografía de V. D'Indy que la mayor parte de los asistentes
se preguntaban ¿quién es este Franck?. Más adelante, en 1879
cuando se estrena tambien en la Sociedad de Conciertos el quinteto
para cuarteto de cuerda y piano, el público entusiasmado no deja de
aplaudir una vez que concluye la obra. Y César Franck, porque estaba
habituado a ello, aplaudía también enfervorizado, porque se creía
que esos aplausos iban dirigidos, no a él, el compositor, sino a los
intérpretes. Hasta que le tuvieron que hacer caer en la cuenta de
que debían corresponderle los aplausos. Fue verdaderamente la vez
que más a las claras el público aceptó y elogió con su aplauso
una obra de César Franck. Pero mirad que estamos ya en 1879, Franck
tenía ya 67 años. Y aún así, reacciona podríamos decir como un
niño, y le comenta a alguno de sus discípulos: "¡Qué bien!.
Ya me empiezan a comprender".
Pues bien, César Franck en esta última etapa -voy a resumir mucho-
fíjense ustedes cómo trabaja. En el año 1882 se estrena el poema
sinfónico suyo "El Cazador maldito", en el año 1884 la
obra para piano "Preludio, Coral y Fuga", en el año 85
"Variaciones sinfónicas para piano y orquesta", una obra
preciosísima, en el año 86 su no menos preciosa obra "Sonata
para piano y violín", que establece un esquema que después
seguirá Debussy. En el año 87 el poema sinfónico "Psyché",
en el año 88 la "Sinfonía en re", en el año 89 el
"Cuarteto para cuerda" y en el año 90 "Tres corales"
para órgano. Y muere. La concepción de estas obras en sus últimos
años de vida suponen una capacidad mental, un poder creativo tan
extraordinario que rara vez ha ocurrido cosa parecida en la historia
de la música.
César Franck pasa por ser el gran impulsor y definidor de la música
de cámara francesa del siglo XIX -la mayor parte de las obras que
aquí hemos enumerado son obras de música de cámara-. Su música
escénica, sus óperas, sobre todo sus oratorios: "La
Redención", "Las Bienaventuranzas", o la obra biblica
"Ruth", por así decirlo, son obras bellísimas, sobre todo
"Las Bienaventuranzas", pero han permanecido menos después
en la historia. Pero sus obras de cámara han permanecido: la "Sonata
para piano y violín", el "Quinteto", el "Cuarteto",
el "Preludio coral y fuga" para piano, "Preludio fuga
y variación" también para piano, las "Variaciones
sinfónicas" que casi se pueden poner como obra de cámara
porque es una orquesta pequeña la que utiliza. Incluso su "Sinfonía
en re", tan censurada por los músicos en su momento por el
simple hecho de que sólo consta de tres movimientos y condensa el
segundo y el tercero en el segundo movimiento, y sobre todo (este fue
el motivo de llevarse las manos a la cabeza) porque ponía como
instrumento solista en el segundo movimiento el corno inglés (esto
lo censuró muchísimo un músico veterano algo anterior a César
Franck que fue Gounod).
¿Cómo
es posible? Una sinfonía en tres movimientos y además con el corno
inglés de solista. Y sin embargo nos encanta ¿verdad?, su sonido velado y
poético. Después ha influido mucho, en concreto, en la sinfonía
sevillana de Turina.
Se me ha olvidado decir antes, me parece, que César Franck tiene
mucha amistad con aquel constructor de órganos que cité: el
organero Arístides Cavaillé-Coll. Él está compenetrado con
Cavaillé-Coll desde que se hace cargo del órgano de la parroquia de
San José y San Francisco. Cuando se hace cargo de la plaza de
organista en la iglesia de Santa Clotilde, es curioso que toma este
cargo un año antes de que Cavaillé-Coll instalara el nuevo órgano
en Santa Clotilde, este es un dato que para mí da que pensar. ¿Qué
pasó? ¿Es que se pusieron de acuerdo organero y organista para decir?:
"para que no haya conflictos después, tú te tomas ya la
posesión de la plaza y cuando y construya el órgano ya tú eres el
organista de allí". Es posible, pero también es posible otro
dato: aquel órgano que fue el órgano de por vida de César Franck,
treinta y tantos años de organista tocando este órgano, si no a
diario, varias veces a la semana; pues es fácil que existiendo ya
amistad entre Cavaillé-Coll y Franck, Franck influyera de algún
modo en la composición y la sonoridad del instrumento de Santa
Clotilde. Ya antes, y esto es señal de la relación de amistad que
había entre Cavaillé Coll y Franck, Franck había estrenado el
órgano que éste había construido para la iglesia de San Eustaquio.
Y después estrena el órgano que construyó para el Palacio de la
Música "El Trocadero", en París, poco después, César
Franck también lo inaugura y compone las "Tres piezas para gran
órgano", como enseguida vamos a mencionar.
Esta relación entre organero y organista es muy interesante,
ciertamente que Cavaillé- Coll tuvo la suerte de contar con un
compositor tan importante como César Franck, ciertamente que Franck
tuvo la suerte de contar con un organero de la importancia de
Cavaillé-Coll. Indudablemente Cavaillé-Coll es el mejor organero
del siglo XIX francés, e indudablemente César Franck es el mejor
compositor para el órgano de Cavaillé-Coll y el cabeza de una serie
muy importante, toda una escuela de composición en Francia a partir
de él, y que lo tenían a él como maestro. Incluso algunos
coetáneos suyos, como es el caso de Alexandre Guilmant.
Vamos a escuchar de momento, y para amenizar un poco, el comienzo del
Coral nº3 en La menor de César Franck, antes de meternos a hablar a
fondo de su obra organística.
*********
Tenemos la suerte de que nos ha quedado un testimonio gráfico de
excepción de la figura de César Franck. Una pintora llamada Jeanne
Rongier lo pintó tocando el órgano de Santa Clotilde, aunque de él tenemos también documentos
fotográficos. Aunque no se prodigan demasiado, conozco un par de
fotografías, pero tenemos este retrato de esta pintora, la verdad es
que he intendado informarme más de ella pero no viene en las
enciclopedias de pintura, aún así en alguna de ellas algún amigo
mío me ha dicho que consiguió un tercer premio en la gran
exposición de París de 1878, de manera que no debía ser
mala. Se considera como una pintora que destacó en el costumbrismo
del París de su época, y verdaderamente este de César Franck es
todo un acierto. César Franck está tocando la consola de su órgano
de Santa Clotilde, la mano izquierda la tiene en el teclado
intermedio, la mano derecha está
sacando un registro y está en una actitud de ensimismamiento. Se
divisa a través del pelo, un poco largo, su oreja, y eso es importante, porque da la
impresión de que César Frank está oyendo hacia atrás. Todas estas
cosas son muy interesantes, nos lo ha sabido transmitir esta pintora
estupendamente. Es una suerte, y yo pensé haberme traido algún
libro para mostrarles esta imagen de César Franck, porque es el
César Franck más entrañable. Miren ustedes lo que en una biografía
de Franck escribió d'Indy, que le trató: "Aquí, en la
penumbra de esta tribuna pasó Franck la mayor parte de su vida, aquí
cada domingo, cada día festivo, y en los últimos tiempos tambien
cada viernes por la mañana se renovó el genio de su fuego en
admirables improvisaciones". Ésta es la figura que nos debe
quedar de César Franck, porque él es compositor, pero sobre todo es
organista. Incluso se ha exagerado en ocasiones diciendo que él
entiende toda la música que hace desde el órgano, organísticamente,
y esto como una merma. Recuerdo que, en mis años de juventud, un
músico muy querido por mí me dijo: "A César Frank siempre se
le está oyendo el pedal en sus composiciones". Y me lo decía, por lo
menos yo así lo entendí, como algo negativo. Me parece exagerada la
afirmación.
La obra para órgano de César Franck, no obstante, es relativamente
corta. Ya ven ustedes que se pueden dar en dos conciertos toda esta
obra para gran órgano, como la va a dar José Manuel Azcue en dos
conciertos del Festival, lo que está motivando esta charla. No
obstante, tambien tiene otras obras para órgano que no sonarán en
estos dos conciertos, estas son las obras para gran órgano, que
quiere decir con pedal obligado e independiente, pero César Franck
tiene un número muy crecido de obras para órgano, pensadas para
órgano, que están dentro de ese conjunto llamado "El
Organista" y que lo componen unas cincuenta y tantas piezas. Sin
embargo, esta obra para gran órgano son doce obras con pedal
obligado y compuestas en tres períodos de su vida. Primero, de 1860
a 1862 compone seis piezas para órgano que se llaman así: "Fantasía
en Do", "Gran Pieza Sinfónica", "Preludio, Fuga
y Variación", "Pastoral", "Plegaria y Final";
estas seis piezas las interpretó el propio César Franck por vez
primera en aquel concierto que dió en la inauguración del órgano
de San Eustaquio.
Después hay una segunda fase de tres piezas para gran órgano, de
1878, estas las estrenó en la inauguración del órgano del
Auditorio del Palacio del Trocadero, con motivo de la gran Exposición
de 1878. Consta de estas tres piezas: "Fantasía en La Mayor",
"Cantabile" y "Pieza Heroica". Y por ultimo, de
1890, los "Tres corales". Estos corales están compuestos
en el último verano de su vida, muy próximo ya a su muerte; estaba
César Franck descansando y recuperándose de un accidente que había
sufrido por las calles de París, un coche de caballos lo atropelló.
Como consecuencia de aquel atropello le ofreció un discipulo suyo
pasar el verano en una villa cercana a París, llamada Nemoure, y
allí pasó dos meses, el mes de julio y el mes de agosto. En esa
época César Franck iba decidido a cumplir con un editor que le
pedía insistentemente completar las piezas de "El Organista".
Esas piezas siguen un módulo ya empleado por Johann Sebastian Bach
en "El Clave bien Temperado", que es ir subiendo
tonalidades. Pues también "El Organista" va subiendo
tonalidades, pero no queda completo. Pensaba César Franck en esos
meses de reposo en Nemoure completar y cumplir con este editor. Sin
embargo, lo que le sale no es el completo de "El Organista",
sino estos inmensos corales, su testamento musical. Y no solamente
porque nosotros lo entendamos así, porque sea su última obra, sino
porque él mismo lo dijo; después voy a referirme a esta anécdota.
Volvió a París a comienzos de septiembre, y apenas pudo, porque no
se recuperaba de las lesiones que le había producido aquel
atropello, apenas pudo subir la angosta y empinada escalerilla que
conduce a la tribuna del órgano de Santa Clotilde. Apenas digo tuvo
tiempo para ello y experimentar las sonoridades de su última obra.
Murió el día 8 de noviembre, y poco antes de morir, con dos libros
en sus manos inseparables de él en sus últimos días: los
Evangelios y la partitura de los "Tres corales". Y alguno
de sus discípulos nos ha transmitido que dijo, señalando los
Evangelios "en este libro está lo que yo creo, y en este otro
(las partituras) también está lo que yo creo". Estos "Tres
corales" vienen a ser, no sólo la obra donde Franck expone de
modo magistral su peculiar modo de concebir y construir música, son
también unas de las más valiosas obras para órgano de todos los
tiempos. El Coral nº1, en mi mayor, en él prevalece la forma
variación, que está presente en todos los corales, pero prevalece en este más. El
Coral nº2, en si menor, es una passacaglia; pienso yo que debió
pensar César Franck en la solemnísima passacaglia de Bach cuando lo
componía, y no porque se advierta la presencia de Bach, sino porque
posiblemente sean las dos passacaglias más hermosas que se han
construido para órgano hasta hoy. En el Coral nº3, en La menor,
prevalece la forma de preludio- fantasía. Por otra parte, el término
"coral" no se emplea según la terminología alemana, de
"coral para órgano", en el que Johann Sebastian Bach fue
un genio, no en ese sentido, ni siquiera en el sentido de coral
luterano alemán, Coral en cuanto a su construcción eminentemente
armónica y su fraseología. Lo que hace de esta obra una perfecta
unidad es el uso del estílo característico de César Franck, su
cromatismo, muy distinto del de otros autores de la época heredados
de Wagner; muy particular, un tratamiento y un colorido armónico muy
propio y sobre todo una maravillosa adaptación al instrumento que el
había tocado durante gran parte de su vida, el de Santa Clotilde.
Brotó esta obra, de unas dimensiones tan estupendas, en su última
etapa. Sin embargo, no se suelen interpretar estos tres corales en
conjunto. En estos mismos discos que yo me he traido de Demessiux se
van intercalando y un coral se pone en cada disco intercalándose con
otras obras. Yo juzgo que es un desacierto porque esta obra está
concebida con un sentido unitario. Cada coral tiene su autonomía y
por lo tanto se pueden interpretar a parte de los otros dos. Tiene su
personalidad cada una de estas obras; pero también tiene su
personalidad su conjunto y aunque no es un disparate tan grande,
ciertamente que no lo es, es algo así como si se programara el
primer tiempo de la 5ª sinfonía junto con otras obras de Beethoven,
y en otro concierto pues el 2º tiempo de la 5ª sinfonía, y en otro
el último tiempo... No, mire usted, primero, segundo, tercero y
cuarto forman un bloque, una obra, y en este sentido, también es
así. Los "Tres corales" de César Franck son una obra, un
gran tríptico, hermosísimo tríptico y el orden es el que conviene
al tríptico.
Para terminar, quiero citar (antes cité el primer encuentro entre
Franck y Liszt) el último encuentro entre Franck y Liszt, y quiero
anotar que Liszt fue el músico más generoso que hasta ahora haya
dado la humanidad. Ayudó a todos y es mucho lo que pudo ayudar,
desde los más grandes hasta los más pequeños; cuánto le debe a
Liszt, por ejemplo, Chopin, o por ejemplo, Wagner. Pues también
alentó al niño Franck, pero a éste, al Franck maduro, oyéndole
interpretar un día en Santa Clotilde las "Tres Piezas" de
la segunda fase, comentó: "Estas obras son para el órgano en
nuestros días lo que las obras de Johann Sebastian Bach". Y
despues, al felicitarlo y abrazar a Franck cuando bajó del órgano
le dijo: "Es usted el Johann Sebastian Bach de nuestra época".